lunes, 29 de octubre de 2012
domingo, 21 de octubre de 2012
Emprender una empresa en España
Un caso elocuente y que ejemplifica muy bien la huida y renuncia emprendedora. Aquí el caso de un señor que lleva tres años intentando montar una empresa en un pueblo con un 35 % de paro. Está mejor cobrar el subsidio agrario y recoger aceitunas en los olivos subvencionados de los señoritos terratenientes. Los unos votan al PSOE, los otros al PP, y entre todos componen la ciénaga improductiva de Andalucía. Pero esta situación no existe tan solo en Andalucía... es general en todo el país. Yo me pregunto todavía para que cojones existen las cámaras de comercio.
Noticia aparecida hoy en El País Domingo,
del 21 de Octubre del 2012
Según los Gobiernos, en 24 horas se
puede constituir una empresa en España; según los empresarios, se tarda 47 días
de media. Pero el problema es comenzar la actividad. De acuerdo con el último informe del
Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional (Doing business)
sobre 183 países, España ocupa el puesto 133º en facilidades para empezar un
negocio. La experiencia del ingeniero y promotor Ramón Iglesias avala esa mala
clasificación: montar una bodega y almazara ecológica en Vejer de la Frontera (Cádiz) le ha costado más de tres años de
gestiones, medio millón de inversión, 10.000 euros en licencias, centenares de
papeles y trámites con más de 30 funcionarios de 11 departamentos de cuatro
Administraciones: el Ayuntamiento
de Vejer, la Diputación de
Cádiz, la Junta de
Andalucía y el Gobierno.
Antes de llegar a vender su primera
botella, Iglesias ha tenido que pagar 1.300 euros por un estudio de impacto
acústico, a pesar de que las instalaciones no generan ruido significativo y
están a 2,5 kilómetros del lugar habitado más cercano; ha abonado 481,31 euros
por una autorización que no se precisaba y le han llegado a solicitar
certificaciones de “innecesariedad”. Hasta un gallinero de nueve animales ha
corrido peligro. “Hay que distinguir entre constituir una empresa e iniciar la
actividad. Lo primero es verdad que se puede llegar a hacer en un día. El
problema es comenzar el negocio, para lo que se necesitan trámites locales,
autonómicos y nacionales. Se puede llegar a tardar hasta tres años”, admite Alfonso
Díaz Abajo, director de creación de empresas y autónomos de la Confederación
de Empresarios de Andalucía.
“Que no abran más ventanillas únicas
porque terminan convirtiéndose en una más”, se lamenta Iglesias, que además es
presidente de la sociedad Sodinur. Este emprendedor de 63 años y con proyectos
internacionales clama contra las dificultades para los emprendedores. Y eso que
él ha tenido capacidad económica y profesional suficiente. “Para un parado
hubiera sido imposible montar la bodega”, afirma.
La pesadilla administrativa comenzó
cuando Iglesias heredó la finca Sancha Pérez, 17 hectáreas de secano entre
Conil y Vejer, y decidió crear la bodega y almazara ecológicas. En 2008 plantó
1.800 olivos y 10.000 cepas y obtuvo la licencia para una nave de uso agrícola
con la intención de adecuarla posteriormente a la producción.
La puerta del laberinto se abrió el
6 de agosto de 2008, cuando presentó el proyecto de actuación previsto en la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía que incluye, en su artículo 42, que el proyecto contendrá “al menos” una
docena de requisitos y “cualesquiera otras determinaciones” que permitan una
adecuada valoración. “Es una puerta abierta a que cualquiera pueda pedir lo que
se le ocurra”, advierte.
Este plan fue aprobado dos años
después de constantes gestiones en el Ayuntamiento de Vejer y el servicio de
asistencia a municipios de la Diputación de Cádiz. Mientras, tramitó la
instalación de la línea eléctrica y se encontró desde reticencias vecinales —15
reuniones llegó a mantener con un propietario colindante— hasta una
autorización que costó 481 euros y que, según le comunicó la propia Consejería
de Economía una vez concedida, no era necesaria. Quedaban más escollos. Uno es
un certificado de “innecesariedad de la realización de una actividad
arqueológica” que no se pidió cuando sí hubo movimiento de tierras durante la
construcción de la nave, pero que se exigió después, cuando se detalló en el
proyecto claramente que no se iba a alterar el terreno en modo alguno.
Otro requisito requerido por Medio
Ambiente e incluido como el resto en el expediente de tramitación, es un
informe de impacto acústico de una empresa homologada que le costó a Iglesias
1.300 euros y que, como era previsible por la actividad y la distancia a la
zona habitada más cercana, situada a 2,5 kilómetros, arrojó resultados
positivos para el promotor.
Tampoco se fió la Administración de
los focos que pretende instalar y reclamó un informe más en virtud del Decreto
357/2010 que aprueba el Reglamento para la Protección de la Calidad del Cielo
Nocturno. De nuevo, más tiempo y más dinero en estudiar la normativa
para unas luminarias de bajo consumo previstas en el exterior de la bodega.
Finalmente, Iglesias, pese a estar
metido de lleno en la maraña normativa, pretendió llevar hasta el final su
conciencia ecológica y advirtió que usaría los residuos vegetales y los
excrementos de siete gallinas y un gallo para hacer compostaje. Su osadía le costó
una respuesta inmediata de la Junta de Andalucía advirtiéndole que se tenía que
someter al Real Decreto 824/2005 sobre fertilizantes. Antes de culminar
el estudio de las 77 páginas de la normativa, el empresario decidió renunciar a
la idea.
La licencia de apertura la consiguió
a principios de este año tras obtener registros sanitarios, agroalimentarios y
de establecimiento industrial en tres Consejerías y un Ministerio. En la
bodega, situda en una zona con una tasa de paro del 34,51%, según la ultima
EPA, ya hay dos trabajadores fijos y decenas de eventuales.
Un portavoz de Economía insistió en
que “se pueden crear empresas en cuatro días” y dijo no tener constancia oficial
del caso Sancha Pérez. Ramón Iglesias cree que pone en evidencia varios
problemas que atenazan, según advierte, la capacidad emprendedora: la
financiación, que ha sido privada en todo momento; la excesiva carga
burocrática y la escasa cultura empresarial.
En este último campo incluye a los
legisladores, a los que acusa de “desconocer las consecuencias de sus actos”; a
los allegados, que le desaniman en todo momento, y a la propia Administración,
que, con el exceso de regulación, la complejidad normativa y la “falta de
sentido común”, abona el terreno, según Ramón Iglesias, a la corrupción y a la
economía sumergida.
“Hay un marasmo legislativo que
desincentiva. Un empresario tiene que demostrar su inocencia antes de empezar”,
lamenta Díaz Abajo, quien reclama la reforma anunciada por Rajoy como urgente
para facilitar la creación de negocios.
sábado, 20 de octubre de 2012
Enraizarse
Adiestrando la movilidad de mi brazo derecho. Psicología de la raíz.
El mundo vegetal ejerce en mí una fascinación y dedico ultimamente horas de atención y observación. Cada planta es un ser vivo aparentemente inmóvil pero que siempre está moviéndose, es un ser mudo y sin embargo es elocuente en sus colores y formas. El mundo vegetal despierta , al describir sus formas por medio del dibujo, un placer innato para mi psique. Cada planta es una neurona en ese gran cerebro que es la Naturaleza. Muchas de las cuestiones que nos atañen en el futuro es integrar nuestro sistema neuronal armónicamente con ese cerebro común que es la Naturaleza: una biointeligencia. Cuando la cultura se funda con la naturaleza se abrirá la época de una neonaturaleza generatriz, en el que nuestros sistemas ecológicos sean la matriz genética de nuevos seres. Hace tiempo que vengo pensando en una biblioteca de semillas y arquitecturas basadas en ecosistemas vegatales tomados como mapas neuronales. Cosas mías...
viernes, 19 de octubre de 2012
Unas lámparas de hierro para Los cuentos de Hoffmann
►Dramatis Personae
Prólogo y
epílogo
HOFFMANN
NICKLAUS
STELLA
LINDORF
LA
MUSA
ANDREAS
LUTHER
HERMANN
NATHANIEL
|
Joven
Poeta
Amigo
de Hoffmann
Cantante
de ópera
Rival
de Hoffmann
Musa
de Hoffmann
Sirviente
de Stella
Cervecero
Estudiante
Estudiante
|
Tenor
Mezzosoprano
Parte
hablada
Barítono
Parte
hablada
Tenor
Bajo
Barítono
Tenor
|
Actos I, II
y III
HOFFMANN
NICKLAUSSE
OLYMPIA
SPALANZANI
COCHENILLE
COPPELIUS
GIULIETTA
DAPERTUTTO
SCHLEMIL
PITICHINACCIO
ANTONIA
CRESPEL
Dr. MIRACLE
|
Joven Poeta
Amigo de Hoffmann
Muñeca Mecánica, hija de Spalanzani
Físico e inventor, Constructor de Olimpia
Sirviente de Spalanzani
Espíritu del mal
Cortesana Veneciana, amada por Hoffmann
Espíritu del mal
Enamorado de Giulietta
Criado de Julieta
Tísica, amada por Hoffmann
Padre de Antonia
Espíritu del mal, doctor de Antonia
|
Tenor
Mezzosoprano
Soprano
Tenor
Tenor
Barítono
Soprano
Barítono
Tenor
Tenor Cómico
Soprano
Tenor
Barítono
|
Coro de huéspedes de Spalanzani y de damas y caballeros
venecianos, etc.
►Argumento
Tiempo: siglo XIX.
El orden original de Offenbach es:
Prólogo–Olympia–Antonia–Giulietta–Epílogo, que se ha recuperado recientemente,
pues durante mucho tiempo se ha representado con el acto de Giulietta como II y
el de Antonia como III.
►Prólogo
Taberna de Luther en Núremberg.
La Musa
revela a la audiencia que su propósito es atraer la atención de Hoffmann sobre sí misma, y hacer que él abjure
del resto de sus amores, de manera que él pueda dedicarse plenamente a ella: la poesía. Entra el consejero Lindorf,
la primera de las representaciones del mal en la ópera, la némesis
de Hoffmann. Soborna a Andrés, para
que le dé una carta, que la prima donna Stella ha enviado a Hoffmann, junto con la llave de la
habitación. El consejero Lindorf es la primera de las representaciones del mal
en la ópera, la némesis de Hoffmann.
Lindorf pretende reemplazar a Hoffmann
en el encuentro. Lindorf canta el aria Dans les rôles d'amoureux langoureux - .
Entra un grupo de estudiantes, entre
ellos Hoffmann y Nicklausse. Hoffmann, al principio tiene un aire
reflexivo, pues acaba de oír a Stella cantando en Don Giovanni.
Respondiendo a las peticiones de los circunstantes, canta S.
y Cr.
Il ètait une fois à la cour d'Eisenach - "Érase una vez en la corte de Eisenach-,
una historia cómica sobre un enano, Kleinzach, pero su inspiración romántica le
lleva, en medio de la canción, por otro camino, y canta su afán en pos del
amor. Poco después Hoffmann ve a
Lindorf, que se burla de él; Hoffmann
reconoce en Lindorf las fuerzas del mal, que siempre le han acosado, y ambos
intercambian insultos.
Los estudiantes se interesan por las
historias de amor de Hoffmann.
Desatendiendo el aviso de Luther de que el telón va a levantarse para el
siguiente acto de la ópera, Hoffmann empieza
a hablar de sus tres amores: "El primero se llamaba Olimpia".
►Acto I
Salón en casa de Spalanzani.
El primer amor de Hoffmann es Olimpia, una autómata creada por el científico Spalanzani. Hoffmann se enamora de ella, sin saber
que es una muñeca mecánica (Allons! Courage et confiance...Ah! vivre deux! -
"¡Vaya! Valor y confianza... ¡Ah! ¡Vivir juntos!"). Entra Nicklausse
y advierte a Hoffmann que el único interés de Spalanzani es la ciencia y que
construye muñecas que parecen vivientes: Une poupée aux yeux d'émail -
"Una muñeca con los ojos de esmalte"). Pero Hoffmann se niega a creer
lo que le dicen.
Entra Coppelius, que ha creado a
Olimpia junto a Spalanzani, y es la encarnación de Némesis en este acto. Vende
a Hoffmann unas gafas mágicas que hacen que Olympia
parezca una mujer real (J'ai des yeux - "Tengo ojos"). Regresa Spalanzani,
y, sin ser oído por Hoffmann,
Coppelius le reclama la parte que le corresponde de lo que Spalanzani ha ganado
o gane con Olimpia, pues los ojos los hizo Coppelius. Spalanzani paga a
Coppelius con un cheque librado contra un banquero que está en bancarrota.
El inventor se marcha a cobrarlo.
Llegan ahora los invitados para la
presentación de Olimpia. Spalanzani anuncia que Olimpia va a cantar con
acompañamiento de arpa.
Se trata de la "Canción de la muñeca", Les oiseaux dans la charmille
- "Los pájaros en la enramada"-, un aria de coloratura
que es una de las más famosas de la ópera. Olimpia se para de vez en cuando, y
Spalanzani tiene que darle cuerda para poder continuar.
Se marchan los invitados a cenar y Hoffmann, a solas con Olimpia, le canta
amorosamente. Él toma su mano y ella se levanta y sale rápidamente de allí.
Entra Nicklausse y sutilmente intenta advertir a su amigo (Voyez-la sous son
éventail), pero Hoffmann se niega a
escucharlo. Llega ahora Coppelius; ha comprobado que el cheque de Spalanzani no
tiene valor y viene dispuesto a vengarse; se oculta. Vuelven los invitados y el
baile comienza de nuevo. Hoffmann
toma a Olimpia por pareja; danzan durante un rato, pero la muñeca gira cada vez
con más rapidez Hoffmann está
exhausto y aturdido. Cae al suelo y sus gafas se rompen. Al mismo tiempo,
Coppelius aparece y se lleva a Olimpia, como castigo porque Spalanzani le ha
birlado sus honorarios; se oye un ruido de maquinaria rota: Coppelius ha
destrozado a Olimpia. Hoffmann, horrorizado, se da cuenta entonces de que se
había enamorado de una autómata; los invitados se burlan de él.
►Acto II
Nota: aquí se señala como Acto II el
episodio de Antonia, siguiendo el orden inicial de Offenbach.
Habitación en casa de Crespel, en
Múnich.
La muerte de Antonia (Acto III) en
la producción original del año 1881. En frente: Adèle Isaac; en el fondo (de
izquierda a derecha): Hippolyte Belhomme, Marguerite Ugalde, Pierre Grivot,
Émile-Alexandre Taskin, Jean-Alexandre Talazac.
Antonia ha heredado de su madre su
bella voz; sentada ante un clave, canta una triste canción: Elle a fui, la
tourterelle - "Ha huido la tortolita". Crespel, su padre, entra y le
recuerda su promesa de no cantar, pues padece tisis, que se agrava si
canta. Antonia se marcha, después de renovar su promesa. Crespel ordena a su
criado Franz, que es sordo, que permanezca con su hija y no deje entrar a nadie
en la casa. Cuando se marcha, Frantz canta Jour et nuit - "Día y
noche"-, una canción cómica.
Entra Hoffmann acompañado de Nicklausse; han estado buscando a la joven
Antonia desde hace meses, pues Hoffmann
está enamorado de ella. Sale Antonia y así vuelven a reunirse los amantes; ella
le cuenta que le han prohibido cantar, pero él insiste en que lo haga; ella se
pone ante el clave y ambos cantan el dúo que había iniciado Hoffmann (C'est une chanson d'amour). Al
final ella desfallece y al oír a su padre se marcha a su habitación, mientras Hoffmann se esconde.
Crespel regresa, llega el doctor
Miracle, la Némesis de este acto, quien fuerza a Crespel a dejarle curar a
Antonia, a pesar de que este sospecha que mató a su esposa. Hoffmann escucha la conversación y así
descubre que Antonia puede morir si canta demasiado. Por artes mágicas
diagnostica la enfermedad de Antonia en ausencia de la paciente, y a pesar de las
ásperas protestas de Crespel, receta el remedio. Y como si oyera el mandato de
Miracle, Chantez ("Cantad"), Antonia escucha entre bastidores su
propia voz. Miracle no se inmuta ante los furiosos intentos de Crespel pero
éste, al final, logra echarlo de allí.
Antonia vuelve y se encuentra a Hoffmann solo. Éste hace prometer a su
amada que debe olvidar sus sueños de llegar a ser una gran cantante. A
regañadientes, Antonia accede al deseo de su amante (Je ne chanterais plus -
"Yo no cantaré más"). Una vez que Antonia se queda sola, reaparece el
doctor Miracle como por arte de magia y dice que un talento como el de Antonia
no debe perderse, que Hoffmann está
sacrificándola ante su brutalidad y que la ama sólo por su belleza. Con poderes
místicos, el doctor Miracle dota de vida al retrato de la madre de Antonia, que
le habla a la muchacha, ordenándole que cante, mientras Miracle toca
endiabladamente el violín. Al final, Miracle desaparece en la tierra, el
retrato recobra su forma natural y Antonia cae el suelo agonizando (Trío:
Tu ne chanteras plus?... Chère enfant - "¿Tú no cantarás más?... Querida
niña").
Crespel entra y habla con su hija
antes de que muera. Cuando aparece Hoffmann,
Crespel quiere matarlo, creyendo que es el causante de la muerte de Antonia.
Nicklausse va a llamar a un médico y Miracle aparece como respuesta a la
llamada.
►Acto III
Salón de fiestas de un palacio en Venecia.
Nicklausse y la cortesana
Giulietta cantan la famosa barcarola con la concurrencia de un numeroso grupo de
asistentes (Belle nuit - "Bella noche"). Hoffmann canta un alegre brindis
(Amis, l'amour tendre et rêveur - "Amigos, el tierno amor"). Quedan
solos Nicklausse y Hoffmann;
Nicklausse advierte a su amigo que no cometa locuras.
Entra Dapertutto, la encarnación del
mal en este acto. Cuando se queda a solas, saca un diamante
que ha prometido a Giulietta si consigue que Hoffmann le entregue su imagen en un espejo
(Scintille, diamant - "Brilla, diamante"). Aparece Giulietta y
Dapertutto le pide que cautive a Hoffmann,
para que él a su vez pueda capturar su alma robando su imagen en el espejo.
Ella acepta.
Entra Schlemil con Pittichinaccio,
Nicklausse, Dapertutto y otras personas. El celoso Schlemil (cfr. Peter Schlemiel para un
precedente literario) es una víctima anterior de Giulietta y Dapertutto (le dio
a Giulietta su sombra). Schlemil desafía al poeta a un duelo, pero resulta
muerto. Nicklausse quiere llevarse a Hoffmann
lejos de Venecia y sale a buscar los caballos. Mientras tanto, Hoffmann se encuentra con Giulietta y no
puede resistirse a ella (O Dieu! de quelle ivresse): le entrega su reflejo,
sólo para ser abandonado por la cortesana, para gran placer de Dapertutto. Hoffmann le dice a Dapertutto que su
amigo Nicklausse vendrá y lo salvará. Dapertutto prepara un veneno para
librarse de Nicklausse, pero lo bebe Giulietta por error y cae muerta en los
brazos del poeta (Escena:
Que vais-je faire? - "¿Qué voy a hacer?").
►Epílogo
La taberna de Luther.
Hoffmann dice a sus amigos que sus relatos han terminado. Jura que
nunca más amará, y que Olimpia, Antonia y Giulietta son tres facetas de la
misma persona, Stella. Los estudiantes se marchan, dejando a Hoffmann caído sobre la mesa, totalmente
borracho. Nicklausse se revela como la Musa su dueña (Escena: Et moi, la fidèle
amie? - "¿Y yo, la fiel amiga?") y le pide a Hoffmann: "¡Renace
como poeta!". En este momento, Stella, que se ha cansado de esperar a Hoffmann, entra en la taberna y lo
encuentra borracho. Lindorf, que está esperando entre las sombras, se adelanta.
Nicklausse explica a Stella que Hoffmann
ya no la ama más, que el consejero Lindorf la está esperando. Hoffman se despide del amor: Adieux! Je
ne veux pas te suivre - "¡Adiós! No deseo seguirte"). Algunos
estudiantes entran en la habitación para seguir bebiendo, mientras Stella y
Lindorf se marchan juntos.
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