lunes, 28 de mayo de 2012
Javier Krahe
Hoy leo la repugnante noticia del juicio por blasfemia a Javier Krahe. Siento naúseas y rabia que en España un hombre justo, inteligente y de humor mordaz, de estampa quijotesca sea humillado en una vista oral acusado por una caterva de fascistas católicos. Para mí se pueden meter los crucifijos en el culo y adornarlo con la mierda de sus tripas.
Ánimo Javier
Ánimo Javier
viernes, 25 de mayo de 2012
jueves, 24 de mayo de 2012
Volver a tu manera de hacer las cosas/Arquitectura sin falsedades
El modo intemporal de construir es el primero de una serie de libros que intenta describir una actitud totalmente nueva con repecto a la arquitectura y el urbanismo. Los tres procuran conformar una alternativa que desafíe las ideas actuales sobre arquitectura, construcción y planificación, una alternativa que esperamos reemplace gradualmente las ideas y las prácticas corrientes que hoy usamos.
Los otros dos libros llevan por título: Un lenguaje de patrones (1977), Urbanismo y participación: El caso de la Universidad de Oregon (1975)
Christopher Alexander
El modo intemporal
Un edificio o una ciudad sólo estarán vivos en la medida en que sean gobernados por el modo intemporal.
1.Se trata de un proceso que extrae el orden sólo de nosotros mismos; no puede alcanzarse : ocurrirá espontáneamente, si se lo permitimos.
La cualidad
Para acceder al modo intemporal de construir debemos conocer primero la cualidad sin nombre
2. Existe una cualidad central que es el criterio fundamental de la vida y el espíritu de un hombre, una ciudad, un edificio o un yermo. Dicha cualidad es objetiva y precisa pero carece de nombre.
3. La búsqueda que de esta cualidad hacemos en nuestras propias vidas es la búsqueda central de toda persona y la esencia de la historia individual de cada persona. es la búsqueda de aquellos momentos y situaciones en que estamos más vivos.
4. Con el propósito de definir esta cualidad en edificios y ciudades, debemos comenzar por comprender que todo lugar adquiere su carácter a partir de ciertos patrones de acontecimientos que allí ocurren.
5. Los patrones de acontecimientos siempre están relacionados con determinados patrones geométricos del espacio. Como veremos, cada edificio y cada ciudad surgen, en última instancia, de estos patrones del espacio: son los átomos y las moléculas con las que se levantan un edificio o una ciudad.
6. Los patrones específicos con los que se construyen un edificio o una ciudad pueden estar vivos o muertos. En la medida en que están vivos dan rienda suelta a nuestras fuerzas internas y nos liberan; si están muertos nos encadenan al conflicto interior.
7. Cuantos más patrones vivientes haya en un lugar -una habitación, un edificio, o una ciudad-, tanta más vida cobrará ese lugar como totalidad, tanto que relucirá, tanto más poseerá ese fuego autoalimentador que es la cualidad sin nombre.
8. Cuantdo un edificio cuenta con este fuego, se convierte en parte de la naturaleza. Al igual que las olas del mar o las hojas de hierba, sus partes están gobernadas por el juego infinito de la repetición y la variedad creado ante el hecho de que todo pasa. Ésta es la cualidad propiamente dicha.
martes, 15 de mayo de 2012
Joan Laporta versus Sandro Rosell
Un día un amigo leonés me hizo la siguiente matización en el caso siempre polémico de la disputa ejecutiva por la dirección del Barça club entre el Sr. Sandro Rosell y el Sr. Joan Laporta. Primero de todo el barça es una gran empresa catalana que difunde el prestigio de una comunidad en todos los rincones del mundo. Puede ser que la marca barça sea de mayor impronta e influencia que la marca Barcelona. Una y otra se funden, Barcelona es el barça y el barça es Barcelona. Ni la sagrada familia, ni las olimpiadas, ni ningún evento o símbolo ocupa un sitio tan preeminente en el imaginario que el barça club de fútbol. El barça es una empresa que genera mucho dinero, hace que se vendan más zapatillas Nike, hace que se beba más cocacola, invita y seduce a millones de turistas y visitantes a venir y conocer esta ciudad y hospedarse en hoteles y beber sangría de tetrabrik. En cualquier país europeo no se sabrá quien es Artur Mas pero todo el mundo sabe quien es Lionel Messi. Josep Guardiola ha realizado una gran obra y ha pulido un símbolo. El señor Pep Guardiola es el más preciado varón catalán y quien recibe la más grande estima del pueblo llano, Pep es en quien todos los catalanes se sienten reflejados. Si hay un modelo de catalán ese hombre es Pep Guardiola: constancia, templanza, esfuerzo, ética, no da pie a diatribas y diálogos estériles, poco dado al histrionismo, prudente siempre en sus acciones y sus gestos, humilde y poco dado al agasajamiento. Pero los catalanes no son como Pep Guadiola, como todos los madrileños no son Mourinho o el Sr. Florentino Pérez. En Catalunya hay también catalanes imprudentes, histriónicos, cobardes, sin ética y hasta fascistas -sino estudien el caso Anglada-.
Es evidente que la empresa más prestigiosa de Cataluña, el barça, no se encuentre en manos de Joan Laporta, un advenedizo, un Onofre-tomando esta expresión del nombre del personaje de la novela La ciudad de los milagros de Eduardo Mendoza. El barça tiene que tener su jefe, a ser posible de una bona familia catalana, de una familia de buen nombre. Así, se encuentran dos posiciones, la del nuevo allegado que ha dado el braguetazo, el arribista, el tenaz, el que viene de la nada, y por otro lado, un hijo mimado en la cuna de la alta burguesía catalana. Todos esos esfuerzos de Joan Laporta de involucrase en política evidencian justamente esta ausencia de una buena raíz. Es así la jugada : jo no soc de bona familia- así que seré el más nacionalista de los catalanes, el más independentista, el más vociferante soberanista. Esta jugada en política a Joan Laporta -aún teniendo el prestigio y la influencia mediática de su periplo como director del Barça club de Fútbol, se le enrevesó. La gente, los catalanes no se lo creyeron del todo...no sé como explicarlo, vamos a ver...Artur Mas guarda un timón de barco de su tatarabuelo catalán...que seguramente ha colgado en una de las paredes de su despacho en el palacio de la Generalitat. Un timón se hereda y a veces el heredero puede ser un hombre honesto como un ladrón - miren el caso Millet y el Palau. Artur Mas sabía desde que comenzó su carrera política que el era el hereu y que tarde y temprano iba a ser el hereu. Montilla es una anécdota histórica del verdadero flujo del imaginario social.
Lo que si se evidencia en esta dicotomía Laporta-Rosell es la de que realmente Barcelona y Catalunya es cuestión de unas pocas familias de la alta burguesía, tantas como pueden contarse con los dedos de la mano. Una especie de clase nobiliaria que es una sociedad secreta, cerrada y endogámica. Estas familias son una aristocracia o la sangre azul del Catalunya, como la que puede existir en Burgos, Navarra o Madrid, pero sin la caspa de señoritos terratenientes sino ciertamente más progresista y sensible al discurso social. Más les vale -yA tuvieron un buen susto con los anarquistas a principios del siglo XX. Y si el Barça exhibe un juego portentoso, si el capitán luce su excelencia con la senyera, si el Baça aglutina y pacifica la conciencia de clase como para sentirnos todos orgullosos catalanes antes que proles, mendigos y desclasados esta misma burguesía desea hacerse cargo ejecutivamente del club. En otro tiempo esta clase tomó el Liceu, tomó el Palu de la música, ahora es el Barça. Lo misma apropiación simbólica que tomó la casa Real con el deporte desde los juegos olímpicos. Qué mejor allanador social, qué mejor argamasa colectiva que aquella que nos representa como ganadores y triunfadores en una Catalunya plural. El Barça nos une emocionalmente con una identidad. El futbol ya no es una cuestión de la plebe, lo siente con pasión el catedrático de una universidad, el empresario, el parado, el inmigrante, los niños, los jubilados. Solo un paso, solo un paso y el Barça se fundirá con omnium cultural, pero es evidente que siendo una empresa Quatar Foundation paga más dinero. Y el dinero en Catalunya es lo que manda.
Así que el Barça club de fútbol ha hecho mejor que cualquier otra institución catalana el proyecto de una sociedad integradora con la amplia población que ha emigrado a Catalunya , pero con una trampa, los jefes serán siempre catalanes catalanes y de bona familia. Hay que gobernar, hay que proteger cada uno de los segmentos de las clase social. A cada clase su capital social, a cada clase su tipo de pan, y una vez a la semana todos juntos reservamos nuestro asiento en el Camp Nou. Catalunya t´estimem.
Es evidente que la empresa más prestigiosa de Cataluña, el barça, no se encuentre en manos de Joan Laporta, un advenedizo, un Onofre-tomando esta expresión del nombre del personaje de la novela La ciudad de los milagros de Eduardo Mendoza. El barça tiene que tener su jefe, a ser posible de una bona familia catalana, de una familia de buen nombre. Así, se encuentran dos posiciones, la del nuevo allegado que ha dado el braguetazo, el arribista, el tenaz, el que viene de la nada, y por otro lado, un hijo mimado en la cuna de la alta burguesía catalana. Todos esos esfuerzos de Joan Laporta de involucrase en política evidencian justamente esta ausencia de una buena raíz. Es así la jugada : jo no soc de bona familia- así que seré el más nacionalista de los catalanes, el más independentista, el más vociferante soberanista. Esta jugada en política a Joan Laporta -aún teniendo el prestigio y la influencia mediática de su periplo como director del Barça club de Fútbol, se le enrevesó. La gente, los catalanes no se lo creyeron del todo...no sé como explicarlo, vamos a ver...Artur Mas guarda un timón de barco de su tatarabuelo catalán...que seguramente ha colgado en una de las paredes de su despacho en el palacio de la Generalitat. Un timón se hereda y a veces el heredero puede ser un hombre honesto como un ladrón - miren el caso Millet y el Palau. Artur Mas sabía desde que comenzó su carrera política que el era el hereu y que tarde y temprano iba a ser el hereu. Montilla es una anécdota histórica del verdadero flujo del imaginario social.
Lo que si se evidencia en esta dicotomía Laporta-Rosell es la de que realmente Barcelona y Catalunya es cuestión de unas pocas familias de la alta burguesía, tantas como pueden contarse con los dedos de la mano. Una especie de clase nobiliaria que es una sociedad secreta, cerrada y endogámica. Estas familias son una aristocracia o la sangre azul del Catalunya, como la que puede existir en Burgos, Navarra o Madrid, pero sin la caspa de señoritos terratenientes sino ciertamente más progresista y sensible al discurso social. Más les vale -yA tuvieron un buen susto con los anarquistas a principios del siglo XX. Y si el Barça exhibe un juego portentoso, si el capitán luce su excelencia con la senyera, si el Baça aglutina y pacifica la conciencia de clase como para sentirnos todos orgullosos catalanes antes que proles, mendigos y desclasados esta misma burguesía desea hacerse cargo ejecutivamente del club. En otro tiempo esta clase tomó el Liceu, tomó el Palu de la música, ahora es el Barça. Lo misma apropiación simbólica que tomó la casa Real con el deporte desde los juegos olímpicos. Qué mejor allanador social, qué mejor argamasa colectiva que aquella que nos representa como ganadores y triunfadores en una Catalunya plural. El Barça nos une emocionalmente con una identidad. El futbol ya no es una cuestión de la plebe, lo siente con pasión el catedrático de una universidad, el empresario, el parado, el inmigrante, los niños, los jubilados. Solo un paso, solo un paso y el Barça se fundirá con omnium cultural, pero es evidente que siendo una empresa Quatar Foundation paga más dinero. Y el dinero en Catalunya es lo que manda.
Así que el Barça club de fútbol ha hecho mejor que cualquier otra institución catalana el proyecto de una sociedad integradora con la amplia población que ha emigrado a Catalunya , pero con una trampa, los jefes serán siempre catalanes catalanes y de bona familia. Hay que gobernar, hay que proteger cada uno de los segmentos de las clase social. A cada clase su capital social, a cada clase su tipo de pan, y una vez a la semana todos juntos reservamos nuestro asiento en el Camp Nou. Catalunya t´estimem.
sábado, 12 de mayo de 2012
viernes, 11 de mayo de 2012
Por una economía real
Esta es una de las muchas noticias que aparecen en los diarios todas las mañanas. Sí, la economía espectáculo, las finanzas ya tienen su prensa rosa. Leán este extracto, ¡qué talento para las metáforas y las imágenes! y pensar que las cuestiones económicas eran una ardua epitemología numérica de contables con escaso sentido del humor en el pasado. Por lo visto, la economía financiera actual es como una gran ficción, una aventura plagada de referencias ficcionales. Cuando voy a leer una noticia económica que no sea una mitología, basada en la templanza y el sentido común. La economía es ahora una cuestión de confianza como si aquí la cuestión es descubrir el farol en un juego de cartas. La única manera de parar esta mentira llamada economía financiera es volver al espíritu económico tradicional: la economía real: deja de mentirme, ¿tú que haces, tú que produces, tú que tienes? Enviar a esta gente a la mierda con sus activos tóxicos.
Por una economía real, da igual que sea latosa y aburrida, prefiero una economía calvinista, que toda esa basura especulante de Wall street. Al final lo simple es lo que funciona en términos económicos, como el gallego del pueblo que lleva sus billetes bien enrollados en el bolsillo de su chaqueta y te dice -mira yo pago a toca teja-Qué mierda es esta de un especulador que se hace llamar como el malo de de las novelas de Harry Potter. Y los propios estados están al abate de este tipo de gente, los medios de comunicación sirven como oleaje, es bastante estúpido...
Lean esta mierda...lean...lean...
Jamie Dimon (consejero delegado de JPMorgan), el 'hombre 10' de Wall Street, ha sufrido su mayor derrota a manos de 'Voldemort'. 'Voldemort' es el malo de Harry Potter, pero también el mote del francés Bruno Iksil, un 'trader' de la oficina de Londres de JP Morgan.
En las últimas semanas, tanto 'Bloomberg' como 'The Wall Street Journal' habían explicado que 'Voldemort' estaba tomando posiciones absolutamente gigantescas en el mercado de derivados en Europa. En total, la cifra podía ascender a unos 250.000 millones de euros. Iksil había replicado a 'Bloomberg' diciendo "yo puedo andar sobre las aguas". Ahora, esas habilidades han generado unas pérdidas de 2.300 millones de dolares (1.776 millones de euros) a JP Morgan, aunque la cifra final podría ser un 40% mayor.
Nadie sabía a ciencia cierta si 'Voldemort' o JP Morgan estaban detrás de las masivas compras de derivados. Era una operación tan grande y misteriosa que 'The Wall Street Journal' se empezó a referir a ella como "la ballena de Londres". Porque estamos hablando de derivados 'over the counter', es decir, como se llama en EEUU a las medicinas que no necesitan receta.
Así, en el mercado financiero moderno, los activos más peligrosos —los derivados— no están regulados. Nadie sabe quién los compra, quién los tiene o quién los vende (y eso explica la crisis de la deuda de España mucho más que las agencias de 'rating'). Es como si para comprar paracetamol necesitáramos una receta, pero para comprar dos gramos de coca, no.
Así que JP Morgan empezó a tomar posiciones en el índice CDX.NA.IG.9. Es un índice —o sea, un activo— creado por la empresa británica Markit y formado por seguros de crédito de 121 empresas privadas estadounidenses. ¿Qué es un seguro de crédito o, en el argot, Credit Defualt Swap (CDS)? Es como si yo vendo a mi primo un seguro sobre su coche, querido lector. Si usted se estrella, tengo que pagar a mi primo. Si usted no hace nada, el dinero que me ha dado mi primo me lo quedo yo. Mi primo, por supuesto, también puede vender el CDS. Bienvenido a las finanzas del siglo XXI. Y a los activos 'sintéticos', o sea, que tienen menos parecido con la realidad como La Guerra de las Galaxias con los viajes en avión.
Así que Iksil estaba apostando por la posibilidad de que los seguros de impago de crédito de 121 empresas diversas cayeran. O sea, por una aceleración de la economía de EEUU. Pero el mes pasado empezaron a producirse noticias confusas al otro lado del Atlántico. Tal vez la reactivación no fuera tan potente como se pensaba. Y el índice empezó a darse vueltas y a mostrar volatilidad. Al mismo tiempo, las apuestas de JP Morgan habían sido tan enormes que un grupo de fondos no regulados ('hedge funds') empezaron a apostar en su contra.
Aún no sabemos qué pasó. Pero sí hay una cosa clara: el CDX.NA.IG.9 se convirtió en la trampa mortal de la ballena de Londres. Aunque no todos han perdido. Los 'hedge funds' Blue Mountain y Blue Crest han ganado cada uno 23 millones de euros, según 'The Wall Street Journal'.
Por una economía real, da igual que sea latosa y aburrida, prefiero una economía calvinista, que toda esa basura especulante de Wall street. Al final lo simple es lo que funciona en términos económicos, como el gallego del pueblo que lleva sus billetes bien enrollados en el bolsillo de su chaqueta y te dice -mira yo pago a toca teja-Qué mierda es esta de un especulador que se hace llamar como el malo de de las novelas de Harry Potter. Y los propios estados están al abate de este tipo de gente, los medios de comunicación sirven como oleaje, es bastante estúpido...
Lean esta mierda...lean...lean...
Jamie Dimon (consejero delegado de JPMorgan), el 'hombre 10' de Wall Street, ha sufrido su mayor derrota a manos de 'Voldemort'. 'Voldemort' es el malo de Harry Potter, pero también el mote del francés Bruno Iksil, un 'trader' de la oficina de Londres de JP Morgan.
En las últimas semanas, tanto 'Bloomberg' como 'The Wall Street Journal' habían explicado que 'Voldemort' estaba tomando posiciones absolutamente gigantescas en el mercado de derivados en Europa. En total, la cifra podía ascender a unos 250.000 millones de euros. Iksil había replicado a 'Bloomberg' diciendo "yo puedo andar sobre las aguas". Ahora, esas habilidades han generado unas pérdidas de 2.300 millones de dolares (1.776 millones de euros) a JP Morgan, aunque la cifra final podría ser un 40% mayor.
Nadie sabía a ciencia cierta si 'Voldemort' o JP Morgan estaban detrás de las masivas compras de derivados. Era una operación tan grande y misteriosa que 'The Wall Street Journal' se empezó a referir a ella como "la ballena de Londres". Porque estamos hablando de derivados 'over the counter', es decir, como se llama en EEUU a las medicinas que no necesitan receta.
Así, en el mercado financiero moderno, los activos más peligrosos —los derivados— no están regulados. Nadie sabe quién los compra, quién los tiene o quién los vende (y eso explica la crisis de la deuda de España mucho más que las agencias de 'rating'). Es como si para comprar paracetamol necesitáramos una receta, pero para comprar dos gramos de coca, no.
Así que JP Morgan empezó a tomar posiciones en el índice CDX.NA.IG.9. Es un índice —o sea, un activo— creado por la empresa británica Markit y formado por seguros de crédito de 121 empresas privadas estadounidenses. ¿Qué es un seguro de crédito o, en el argot, Credit Defualt Swap (CDS)? Es como si yo vendo a mi primo un seguro sobre su coche, querido lector. Si usted se estrella, tengo que pagar a mi primo. Si usted no hace nada, el dinero que me ha dado mi primo me lo quedo yo. Mi primo, por supuesto, también puede vender el CDS. Bienvenido a las finanzas del siglo XXI. Y a los activos 'sintéticos', o sea, que tienen menos parecido con la realidad como La Guerra de las Galaxias con los viajes en avión.
Así que Iksil estaba apostando por la posibilidad de que los seguros de impago de crédito de 121 empresas diversas cayeran. O sea, por una aceleración de la economía de EEUU. Pero el mes pasado empezaron a producirse noticias confusas al otro lado del Atlántico. Tal vez la reactivación no fuera tan potente como se pensaba. Y el índice empezó a darse vueltas y a mostrar volatilidad. Al mismo tiempo, las apuestas de JP Morgan habían sido tan enormes que un grupo de fondos no regulados ('hedge funds') empezaron a apostar en su contra.
Aún no sabemos qué pasó. Pero sí hay una cosa clara: el CDX.NA.IG.9 se convirtió en la trampa mortal de la ballena de Londres. Aunque no todos han perdido. Los 'hedge funds' Blue Mountain y Blue Crest han ganado cada uno 23 millones de euros, según 'The Wall Street Journal'.
lunes, 7 de mayo de 2012
domingo, 6 de mayo de 2012
Capital simbólico / Pierre Bourdieu
Frente a una obra tan vasta y heterogénea, resulta útil hacer referencia a la reseña que hiciera R. Sidicaro en ocasión de la publicación en castellano de Los herederos, un estudio de Bourdieu sobre el sistema escolar y las prácticas culturales que engendran violencia simbólica, a fin de legitimar las relaciones de dominación y desigualdad social existentes. En dicha reseña se dice: “en sus opciones teóricas y epistemológicas, la sociología de Bourdieu se fijó una meta prioritaria: explicar las estructuras de dominación y la distribución asimétrica de posiciones de poder existentes en los más variados campos de relaciones sociales. Sus recortes analíticos suponían una definición del mundo social que partía de una perspectiva (...) que observaba al funcionamiento de las relaciones sociales” no como transparentes sino como un dispositivo que “dota a las personas de ideas y percepciones que las convierte en receptores sumisos, por la vía de la naturalización espontánea de las estructuras de dominación”.
Pueden caracterizarse los principios teóricos de Bourdieu como pertenecientes a un “estructuralismo constructivista”, en donde estructuralismo debe entenderse no como fue significado por Saussure o Levi-Strauss sino en el sentido de sostener que en el mundo social existen estructuras objetivas independientemente del obrar de la conciencia y de la voluntad de los sujetos, que sí son capaces de coaccionar sus prácticas y sus representaciones. En tanto que por constructivismo, Bourdieu hace referencia a la existencia de una génesis social tanto de una parte de los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de lo que él denomina hábitus, (ver más abajo) como de estructuras, en particular de lo que este autor denomina campos (ver más abajo) en relación a las clásicamente denominadas clases sociales.
Este planteo constituye un intento por superar las falsas oposiciones entre el objetivismo (fisicalismo) y el subjetivismo (psicologismo). Es decir, la posición extrema de tratar a los fenómenos sociales como “cosas” dejando de lado el hecho de que se tratan de objetos de conocimiento, o su antítesis, la de reducir el mundo social a las representaciones mentales que de él se formulan los sujetos. En palabras del autor, el oficio del sociólogo supera este dilema al considerar “por un lado, las estructuras subjetivas que construye el sociólogo en el momento objetivista, al apartar las representaciones subjetivas de los agentes, son el fundamento de las representaciones subjetivas y constituyen las coacciones estructurales que pesan sobre las interacciones, pero, por otro lado, esas representaciones también deben ser consideradas si se quieres dar cuenta especialmente de las luchas cotidianas, individuales o colectivas, que tienden a transformar o conservar esas estructuras. Esto significa que los dos momentos, objetivista y subjetivista, están en relación dialéctica”.
En una de sus tesis centrales afirma que la clase dominante no gobierna abiertamente; no obliga a los dominados a atenerse a su poder y voluntad. Por el contrario, en las sociedades capitalistas las clases privilegiadas no manipulan en forma consciente la realidad de acuerdo con sus propios intereses. Lo que sucede –según este sociólogo- es que la clase dominante es la beneficiaria del poder no sólo económico sino social y simbólico (cultural). Este poder se encarna en los bienes económico-culturales y modela las instituciones y costumbres de una sociedad. Sin embargo, para Bourdieu este estado de cosas no es estático: “lo que el mundo social ha hecho, el mundo social puede transformarlo, si cuenta con un saber también social sobre sí mismo”.
El espacio social, sostiene, tiende a funcionar como un espacio simbólico, un espacio de estilos de vida y de grupos de estatus, caracterizados por diferentes e incluso contrapuestos estilos de vida. En relación al poder simbólico, se aboca al estudio de los bienes culturales demostrando que no existen temas insignificantes o indignos a la hora de analizarlos. Descubrió en la práctica de la fotografía, la asistencia a los museos, la violencia simbólica en las escuelas, las prácticas deportivas y su consumo como espectáculo y en la moda, entre otros fenómenos, claves de la organización del poder que los estudios en ciencias sociales habían excluido o ignorado. En su reflexión estética encuentra bases para explicar la autonomía de los campos artísticos y literarios, como así su análisis de la formación del gusto, demostrando cuánto más se comprende el sentido cultural del escritor Marcel Proust o del antropólogo Levi-Strauss si se los analiza junto al impacto de los cantantes pop, los muebles de diseño, las preferencias gastronómicas, la dominación masculina, la alta costura y la cosmética femenina.
Para este autor, los fenómenos sociales no pueden ser analizados mediante un enfoque marxista tradicional que defina a la inserción del hombre en los fenómenos sociales sólo como un agente que participa de la estructura económica. Tampoco resulta apropiada, como se dijo más arriba, una visión estructuralista de lo social, ya que esta visión concibe lo social como sistema invariable no sujeto a la variación histórica. A partir de esta perspectiva teórica, desarrollará una teoría de las prácticas sociales, articulada en base a los conceptos habitus, campo y capital cultural.
De particular importancia es el concepto del habitus para la comprensión de los desarrollos planteados en la bibliografía de esta unidad de contenido. El habitus es una suerte de “gramática” de las acciones que sirve para diferenciar una clase de otra en el terreno social (la de los dominantes de la de los dominados). Por ejemplo, el habitus del campo intelectual tenderá a valorar positivamente la formación universitaria, la lectura de ciertos libros y diarios, el análisis racional de los hechos, la música clásica; mientras que el habitus de la clase obrera se construiría en relación a otros bienes y prácticas culturales: la educación no formal, escasa lectura y alta exposición a medios audiovisuales, alta valoración de la intuición, música de bailanta, etc. En síntesis, el habitus genera una serie de actitudes comunes a una clase, aunque no determina rígidamente las acciones de sus miembros. Constituye “algo que se ha adquirido, que se ha encarnado de manera durable en el cuerpo en forma de disposiciones permanentes”.
En la modernidad tardía, las relaciones entre artistas y público, entre escritores y editores, o entre pintores y marchands, por ejemplo, se producen en lo que Bourdieu denomina campo: un espacio articulado como campo de fuerzas que no reflejan directamente ni el poder económico ni el político. El autor afirma que la definición más adecuada es la propuesta por Einstein: un espacio donde agentes actúan y son limitados, lo cual los hace posibles y a la vez los constriñe. Las tomas de posición en este espacio están regidas por la búsqueda de consagración personal y legitimidad para las propias obras. Se trata de un espacio de puja, de competencia entre sujetos que buscar obtener el monopolio del reconocimiento y prestigio. Fuertemente productivo en su obra, el concepto de campo le permite elaborar una teoría de las fuerzas sociales y su manera de actuar, así como su génesis y consolidación.
En lo que respecta a la noción de capital cultural, Bourdieu sostiene que la dominación no sólo se ejerce en el terreno económico sino también a través del acceso/exclusión al consumo de los bienes simbólicos (culturales) disponibles en una sociedad en un momento dado. Como ejemplo de este concepto, puede pensarse en el Teatro Colón de Buenos Aires: sólo pueden acceder a sus producciones aquellas personas que paguen un abono anual cercano a los mil pesos, costo excluyente para las capas medias y bajas de la población. Incluso disponiendo del dinero, la venta de abonos se rige por un sistema que privilegia a quien ya tuvo abonos en el pasado, dificultando el ingreso de nuevos públicos. El capital simbólico constituye la dimensión simbólica de los capitales económico, social y cultural, posible de ser percibido en términos de prestigio.
Por O. D. Amaya de su artículo Bourdieu y la eficacia simbólica
BOURDIEU Y LA EFICACIA SIMBÓLICA DEL LENGUAJE:
UNA CRÍTICA A LA CONCEPCIÓN LINGÜÍSTICA
jueves, 3 de mayo de 2012
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