sábado, 28 de noviembre de 2009
El cosmos de hierro. Gaston Bachelard.
El cosmos del hierro no es un universo inmediato. Para abordarlo hay que amar el fuego, la materia dura, la fuerza. Sólo se le conoce mediante actos creadores, valerosamente educados.
Antes de adentrarse en la forja creadora, Eduardo Chillida probó otros destinos mucho más simples. Quería ser escultor. Siguiendo el aprendizaje clásico, se le pusieron las manos en el barro. Pero, según cuenta, sus manos al punto se rebelaron. Más que moldear, él quería adelgazar. Cómo era necesario aprender a trabajar los espacios sólidos, primero manejó el cincel contra bloques de yeso. ¡Per el yeso no le daba sino delicadezas baratas! La lucha de las manos, él la quiere fina y fuerte. La piedra calacárea y el granito hacen de Chillida un escultor consumado.
¿Pueden esos sueños sobre la dureza progresiva detenerse allí? ¿No es el cincel el vencedor cotidiano de la piedra? El hierro es más duro que el granito. En el límite del ensueño duro, reina el hierro.
Por lo demás, ese gran luchador de las materia duras encuentra que la masa interna de las estatuas conserva una resistencia inatacada. Sueña con una escultura que provoque a la materia en su intimidad. Para Chillida, la escultura de la piedra encierra un espacio más pesado, un espacio que el creador humano no ha dejado sin trabajo. la piedra es ya impotente para ayudarnos a disfrutar del espacio material reanimando las fuerzas esenciales. La piedra es masa, nunca músculos. Eduardo Chillida quiere conocer el espacio de músculos, sin grasa ni pesadez. El ser del hierro es todo músculos. El hierro es fuerza recta, fuerza segura, fuerza esencial. Se puede construir un mundo vivo cuyos miembros sean todos de hierro. Chillida tira el cincel y el mazo. Toma las pinzas y el martillo del herrero.
Fué así como un escultor de hizo herrero.
pero la revolución estética a que nos ha llevado Eduardo Chillida aún exige una decisión mayor. Nos es necesario descargar al hierro de todas sus tareas tradicionales, de todas las obligaciones utilitarias. Con el hierro, el artista no está condenado a hacer "objetos". le es menester hacer "obras", sus obras. Como el color, el hierro tiene derecho a la originalidad. El hierro de Chillida no es el hierro de nadie. Ese herrero singualr en verdad alimenta sueños de hierro, dibuja con hierro, ve con hierro. Y mientras está en mi habitación, contándome sus entusiasmos de trabajador, lo veo aguzar el oído: escucha el hierro propagar su fuerza a través de los espacios domeñados; oye al hierro repetir su fuerza en formas que son como otros tantos ecos materializados. ¡Los ecos! Fue el título que Chillida dio a los cinco anillos amorosamente colocados como los huesecillos de un inmenso oído "externo". Pues el artista alimenta todos esos sueños, sueños de silencio y de musicalidad,, en medio del estrépito de su fragua.
Y he aquí otros más grandes: Chillida quiere que el hierro nos revele realidades aéreas. En el pueblo de la costa vasca donde vive, va a edificar sobre un peñasco frente al mar una antena de hierro que debe vibrar a todos los movimientos del viento. A ese árbol de hierro que hará crecer del peñasco lo llama El peine del viento. Por sí solo, en su pico aislado, el peñasco respondería masivamente a las fantasías de la tempestad. El hierro multiplicado en sus ramales por el martillo soñador dará toda su amplitud a la cabellera del viento.
Otras `piezas aéreas deben ser suspendidas. Dicen sus armonía en todos sus acimuts. Están compuestas con tanta solidez que se olvida el hilo que las sostiene. Una especie de libertad de símbolos está en ellas. Cada soñador puede encerrar allí sus sueños. para mí, esas obras de hierro volante son jaulas-ave, aves-jaula, jaulas que van a remontar el vuelo; pero no obligo a nadie a soñar como yo sueño, a leer como yo leo el destino de esas obras que realizan una síntesis de la sustancia y del movimiento. El movimiento fuerte encontró sus sustancia verdadera con el hierro. Lo seguro es que Chillida despierta la meditación del hierro en libertad.
Por lo demás, en todas las obras de Chillida el hierro impone sus propias iniciativas. La obra se desarrolla sin un plan ni diseños previos. Ese herrero que quiere realizar con toda pureza el ensueño herrero es hostil a toda maqueta. Un modelo en miniatura no sería sino una red de hilos metálicos doblados por dedos perezosos. Sería la negación misma del genio de la fragua.
¡Con qué fervor me cuenta Chillida el crecimiento autónomo de una obra! Hablando revive el diagrama de su trabajo. Tal día trabajó sin cesar el martillo más grande; diez veces se puso la pieza al fuego. Otro día, sobre la punta del yunque, con ademanes leves, y contento de sonar, el martillo forjaba una imagen ligera. ¡Qué diferencia el desprendimiento de chispas a los golpes excesivos y los pequeños cohetes del hierro que oscurece! En esas experiencias siente el herrero todos los dramas -¡tan diversos!- del hierro y el fuego.
Pero llega el momento en que el trabajador sabe que el drama ha concluido, que se han alcanzado las dimensiones de la obra. Se ha conquistado el espacio. Entonces el escultor-herrero está seguro de haber hecho decir al hierro lo que no podía decir la piedra. Ha encontrado el secreto de la solidez desprovista de toda inercia.
Si se estuviera tentado a desigmar esas obras con el nombre general de herrería abstracta, se perdería al punto el beneficio de asombroso estímulo que dan a la imaginación material. Sería juzgar sólo por las formas de las obras hechas a la gloria de la meteria. Aquí, el herrero nos convida a sus largos ensueños sobre la imagen material del hierro. Conoce el alma compleja del hierro. Sabe que el hierro experimenta sensibilidades extrañas. Hierros que se consideran terminados mediante sabias metalurgias siguen viviendo sordamente. Poco a poco reciben quién sabe qué pátina interna que vuelve a salir con la forja ante la violencia del martillo. ¡Pero cuánto más complejos aún son los hierros abandonados! Para las puertas de la basílica franciscana consagrada a la Virgen de Aranzazu, Eduardo Chillida quiso partir de un hierro empobrecido, de un hierro envejecido y abandonado. Martilló el hierro oxidado. Ahora el óxido está inserto en el metal, inofensivo, reconciliado. Está listo para las maravillas de un hierro incorruptible. Aporta valores fauves al gris implacable del metal. Y las puertas son felizmente jóvenes y viejas a la vez, sólidas en el umbral de la nueva iglesia.
Sin duda pasaron aquellos tiempos en que los buenos cuchilleros enterraban largos años el acero que debían trabajar. Sin embargo, todavía se lee en un libro muy positivo dedicado al oficio de cerrajero en la enciclopedia Roret: "El hierro y el acero parecen adquirir calidad mediante una prolongada permanencia lejos de la luz, en lugares oscuros y húmedos...Los herreros que necesitan una pieza de hierro de gran tenacidad emplean de preferencia pedazos de hierro viejo que han permanecido mucho tiempo en un muro, como los goznes de puertas y de rejas...
En España, los buenos cañones de fusil se hacen con viejas herraduras de mulas; por ese motivo las escopetas más estimadas llevan en el cañón el nombre de herraduras".
Las tradiciones y los sueños son consonantes: el verdadero herrero no puede olvidar los sueños primitivos. El ensueño concreto lo domina. Todo en él deviene historia, larga historia. Se acuerda del óxido y del fuego. El fuego sobrevive en el hierro frío. Cada golpe del martillo es una firma. Cuando se participa no sólo en la obra realizada sino en la obra considerada en su fuerza y sus ensueños, se reciben impresiones a la vez tan concretas y tan íntimas que claramente se siente aquí lo ineficaz de las seducciones del arte abstracto.
Así, con el hierro estetizado y ante un cosmos metálico, no sólo se necesita contemplar, hay que participar en el devenir ardiente de una violencia creadora. El espacio de la obra no sólo está geometrizado. Aquí está dinamizado. Se ha martilleado un gran sueño rabioso.
Más, ¿no se encuentran todos esos sueños, sin nosotros saberlo, en nosotros mismos, simples hombres de pálidas manos? ¿No es lo que aquí se nos ofrece un gran sueño de primitivismo humano? Muy lejos, en un pasado que no es el nuestro, viven en nosotros los sueños de la fragua. Es saludable hacerlos revivir. ¡Qué consejo de fuerzas, de fuerzas jóvenes, hay en la obra de Chillida! ¡Qué llamamiento a la energía matutina! ¿Qué cosmos de la mañana vigorosa! Desde que fijé en un rincón de mis libreros tres fotos de las obras de Chillida, me despierto mejor. Al punto estoy más vivo. El trabajo me gusta. Y hasta llego, viejo filósofo que soy, a respirar como un herrero.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Eulalia
En el trabajo cada día te enfrentas a problemas que exigen desenvolverte con destreza. Nunca existen unas condiciones perfectas para desarrollar un proyecto. Uno tiene que reinventarse, extraer de sí mismo sus habilidades y recursos. En algunos ámbitos se suele utilizar - con grandilocuencia las palabras excelencia, innovación, y desarrollo. Me enervan tanto estas palabras como las personas que se parapetan tras ellas, casi siempre una burocracia de empresa o funcionarial que adolece de de todo lo contrario. Están vacías de acción y de significado así que las he desterrado de mi vocabulario. A mí me gusta más utilizar las palabras destreza, tenacidad, la astucia, el ingenio. La tenacidad es una palabra que me encanta y es el atributo o la virtud que Homero utiliza repetidamente en la Odisea para describir las gestas de Ulises. Tenacidad-tenaza-fuego...El primer hombre que dominó el fuego fue aquel que invento una tenaza para sostener un tizón ardiente y llevarlo a otro lugar.
Para que las cosas vayan bien en el taller suelo poner nombres propios a mis herramientas como si tuviesen cada una una verdadera personalidad: la herramienta perezosa, la impulsiva, la indolente, la graciosa...así puedo escuchar como se queja si me excedo en mi fuerza...también, pensar en los mitos me ayuda. Los mitos son potencias actuantes, potencias que nos dan estrategias de acción....trabajar el pensamiento y pensar el trabajo...
Aquí Eulalia , mi maquina de corte. No es óptima para el trabajo que estoy realizando ahora, pero con otras piezas he desarrollado y mejorado mi máquina amateur...en algo un poquito más profesional...La cuestión es optimizar tus recursos al máximo.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Un merchandising humilde también funciona
sábado, 14 de noviembre de 2009
Puertas que se abren: proyectos con la empresa de interiorismo Loftbcn
Ha comenzado mi colaboración con Josep y su empresa Loftbcn. Estos últimos años ha habido una enorme presión sobre las personas que ha afectado una óptima relación profesional. Todo se va a solucionar en esta actual crisis pues vamos a crear un nuevo marco profesional, quizá más ilusionante y gratificante para todos. Esto es lo que espero. Para realizarlo vamos a inculcar una nueva forma de hacer las cosas. La gente podrá reírse de mis palabras pero creo en la ética de empresa, creo en la fidelidad comercial y profesional. Hay varias palabras que se han olvidado en la mente emprendedora. No olvidemos que si algo ha definido a Catalunya en los últimos siglos ha sido su constante iniciativa emprendedora. Estas palabras son la tenacidad y la imaginación. Tenacidad para resolver los problemas, imaginación para elaborar proyectos que no se han realizado.
Josep es una persona muy detallista, casi hasta la obsesión. Yo deseo trabajar con otras personas, aprender y resolver problemas con una idónea metodología de la proyección. Y qué es una metodología de la proyección: saber dibujar- saber proyectar un edificio o diseñar un objeto con un solo trazo del dibujo, con solo una línea en el espacio. Esto lo saben los excelentes arquitectos. Cuando estudias con atención el dibujo de un buen arquitecto te lo está diciendo todo con solo un trazo de grafito. Hay que alcanzar la línea pura, la línea expresiva, la línea sintética. Hasta ahora suelo improvisar mucho, devaneo, divago, y es importante para mí como profesional estar ceñido a un plan, tener un plano detallado.
Parece paradójico echar para adelante una empresa de interiorismo dedicada al ámbito loft en una ciudad donde el espacio ha sido tan sumamente sobrevalorado que solo muy pocas personas pueden tener el privilegio de vivir en una casa de más de cien metros cuadrados. Josep ha estudiado mucho la estética loft: el soho de New York, los barrios abandonados en Berlín durante la reunificación alemana, son los ejemplos más reconocibles. Creo que esta estética del espacio diáfano se remonta mucho más. Hay que estudiar su raíz inconsciente. Cuando pienso en el loft suelo referirme al espace trouvé, como también hay un objecte trouvé. Esta estética arquitectónica remite a una poética de los desvanes y los graneros, las chozas y las cabañas. Necesitamos que nuestras casas recuperen la diafanidad y la estructura simbólica, arquetípica. Cuando aparecen distintos niveles soñamos mejor la casa pues su estructura simbólica es la del árbol: tronco, ramas, raíces. El espacio idóneo es aquel que recupera los tres niveles o nos lo hace rememorar.
He escrito algunas claves en un papel a modo de improvisación. Son estas:
Arquitectura de reciclaje
Espacio: volver al silencio, a la penumbra, al vacío.
Despejar el espacio
Hogar onírico
Toda casa recupera la infancia feliz, la infancia albergada-la casa de los abuelos-
Un edificio es un ser vivo
Nada de ostentación
Un buen espacio es aquel donde nos sentimos bien solos
Evitar toda imposición forzada sobre la vida de tu espacio
Vivir en cabañas, construir palacios
De momento he comenzado por tapizar de plancha hierro de diferentes espesores la entrada de la oficina que posee loftbcn, muy cerquita de Can Felipa. He pensado una especie de bajorelieve geométrico. Un bajorelieve rítmico. Es importante construir algo hermoso en la entrada al despacho pues es la primera imagen que recibe el cliente. Me gusta trabajar el metal como si se tratase de lo negro sobre lo negro. Es como si pintase un cuadro. Yo me lo tomo como la composición de un lienzo. Pienso en el pintor Soulage, o algunos cuadros de Barnett Newman -pintor al que llamaban el duque negro por su serie de cuadros negros, pienso en Rotckho.